En un país que,
hasta el final de la Primera Guerra Mundial,
había dependido en el ámbito musical casi exclusivamente de modas,
compositores e intérpretes llegados de Europa, George Gershwin fue el
primero en hacer oír una voz inequívocamente autóctona, aunque capaz, al
mismo tiempo, de conquistar el éxito fuera de las fronteras de su
patria. Y lo hizo a través de unas obras en que hábilmente se
sintetizaban elementos procedentes del jazz y de la tradición clásica, y
que le permitieron destacar por igual en campos tan dispares como el de
la música sinfónica y la popular.
Inició su carrera a temprana edad. Aprendió a tocar el piano de manera autodidacta.
Cursó estudios en música bajo la tutoría de Charles Hambitzer y
compartió clases con artistas como Henry Cowell, Rubin Goldmark,
Wallingford Riegger y Joseph Schillinger. Tras darse a conocer en cafés y
almacenes musicales, hizo su debut como compositor con el musical La, la, Lucille en 1919. A ésta la siguieron obras como Lady Be Good (1924), Girl Crazy (1930) y Of Thee I Sing (1931). En 1924, saltó a la fama con el tema para concierto Rhapsody In Blue, canción que actualmente es considerada uno de los hitos musicales del siglo XX.